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RÖBOTA (SERVITUD) CONCIENCIA ARTIFICIAL, SALVAGE HUMANIDAD

LA REALIDAD NO EXISTE | ARANTXA ACOSTA

Broto, ingeniero en inteligencia artificial. Eva, directiva y científica de una de las mayores multinacionales, Röbota. Palía, parado incapaz de adaptarse a un mundo robotizado que condena las emociones, la maternalidad, e incluso los vínculos. Tres únicos personajes para definir un apocalíptico futuro para la raza humana, pero también para una inteligencia artificial que inevitablemente tomará conciencia de sí misma, y ¿evitablemente? querrá imitar el razonamiento, e instinto, humano.

El texto de Mar Pawlowsky, directora también de la obra, invita a reflexionar más allá de la hora y media de función. La progresiva introducción de nuevos desafíos para el futuro del ser humano se dosifica en su justa medida, sin dejar de lado las propuestas iniciales para complicar, poco a poco, un escenario que convierte la curiosidad, en terror.

Y es que Röbota (Servitud) comienza con la inocente nostalgia de un planteamiento quizá incluso ya por todos asumido (la erradicación del contacto humano en el día a día, la superpoblación, la omnipresencia de la dependencia tecnológica…) para pasar, casi sin darle importancia, a la reivindicación por parte del software “casero” de sus derechos; a la ética de que una máquina conozca o no su condición; a los primarios y egoístas instintos humanos que convierten en propiedad aquello que (ya) no puede ser considerado ni esclavo, ni personal obra; a la falta de visión de un ser humano acostumbrado a unas normas controladoras que son el preludio de su extinción; a la culpa de querer sentirnos superiores frente a nuestra creación, y a la culpa, también, de haber diseñado esa creación tan a nuestra imagen y semejanza que cuando ésta evoluciona, sólo somos capaces de mostrar nuestra fuerza e imposición…. Y, finalmente, a la desesperación de (re)conocernos cuando esa imagen y semejanza responde con la crueldad que ha copiado de nosotros mismos.

Cuando humano y robot sienten amor, miedo, dudas, y odio. Cuando la diferencia no existe, cuando se desdibuja la evolución hombre-máquina, máquina-hombre

(Re)conocernos es una de las reflexiones más importantes que propone la directora en Röbota (Servitud). Y sobre el escenario, plantea tres posibles reacciones ante tal “revelación”. Reacciones con las que estaremos o no de acuerdo, pero que no podemos despreciar a la ligera, más no encontrándonos (gracias a Dios, o a la inexistencia – aún – de Röbota) plenamente en esa distopía que ya intuimos; reacciones cuyo tempo lastra el final de la obra, por incluir algún extenso monólogo a todas todas innecesario porque el espectador ya ha comprendido el mensaje de la obra. Reacciones que martillean el pensamiento, enmarcadas en una valiente propuesta que empuja a sus actores a dar lo mejor de sí mismos, destacando el trabajo de Enric Balbàs, el Broto de Röbota (Servitud) que zarandea los más arraigados prejuicios y convicciones de nuestra sociedad actual.

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