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Desde la frecuencia más remota

EN PLATEA | FERNANDO SOLLA
El Teatre Tantarantana acoge la nueva producción del Col·lectiu La Santa. L’hora blava es un espectáculo con una manufactura muy destacable, unas interpretaciones bien trabajadas y un equilibrio delicado y complejo pero resuelto con perspicacia entre la parte más abstracta y subjetiva y la más comprometida y concreta.
El primer tramo de la función es excelente. La recreación del ambiente y la presentación de la situación y del personaje interpretado por Adrià Olay. Entorno, hábitos, costumbres, rutinas. La cotidianidad del único habitante de una isla que ilumina noche tras noche no se sabe a quién ni para qué. No desvelaremos ningún detalle del desarrollo del argumento, pero hay que destacar la dramaturgia de Laura Mihon y cómo consigue llevarnos a través de la ficción y del devenir de la relación entre los protagonistas por un camino intrigante que, en última instancia, nos hará ver y participar de ambos puntos de vista.
Su dirección escénica es especialmente relevante en la gestión del misterio y el suspense. También en la dosificación y gestión de los recursos dramáticos y de los espacios y momentos reservados a la comunicación con el exterior. La sensación de aislamiento está plasmada con acierto y nos invade tras pocos minutos. Otro punto fuerte es que tras una aparente hibridación genérica hay un foco firme y muy bien tramado hacia el lugar físico y anímico donde debemos terminar. Lejos de la manipulación a la que se nos puede someter en propuestas donde el giro argumental resulta caprichoso, lo que consigue Mihon es una persuasión insólita y que nos ha gustado mucho descubrir.